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Decálogo del diseño y la comunicación socialmente sostenible y responsable

Decálogo del diseño y la comunicación socialmente sostenible y responsable

  • Un proyecto no puede llamarse sostenible si olvida la vertiente social y humana.
  • Te compartimos 10 puntos que te ayudarán mucho a revisar la sostenibilidad social de tu marca.
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Cuando hablamos de diseño sostenible, automáticamente pensamos en materiales reutilizables, reciclables u orgánicos, tintas ecológicas e incluso reducción de materiales. ¿Pero qué pasa con la pata social de la sostenibilidad? A menudo la dejamos de lado, pero es tan o más importante. 

Como dice Mari Carmen Estevan, CEO del estudio de diseño gráfico sostenible Hoy es el Día: “El primer paso para que un diseño sea sostenible socialmente es el respeto por los Derechos Humanos”. Y es que no podemos hablar de sostenibilidad si a alguna de las personas que han intervenido en la creación de ese producto o ese servicio no se le han respetado dichos derechos. “Pero -también en boca de Mari Carmen,- diseño social es mucho más”. 

“El primer paso para que un diseño sea sostenible socialmente es el respeto por los Derechos Humanos”. Mari Carmen Estevan (Hoy es el Día)

Como todavía hay poca literatura sobre este tema, desde So Good So Cute se nos ha ocurrido recopilar todas las recomendaciones que hemos ido apuntando de manera dispersa a lo largo de todo este tiempo, para construir este humilde decálogo del diseño y la comunicación socialmente sostenible y responsable. Esperamos que os sirva para que los productos, servicios y mensajes que creemos y divulguemos este 2022 sean lo más inclusivos posibles. Vamos allá.

1. Asegurar el cumplimiento de los derechos humanos

Como ya hemos avanzado en la introducción, no podemos hablar de sostenibilidad si en algún momento de la cadena de producción no se han respetado los derechos humanos de las personas implicadas en el proyecto. Y no vale decir que como es una empresa subcontratada no podemos controlarlo. Como habitantes de un país desarrollado tenemos la responsabilidad de vigilar este tema y, si no nos vemos capaces, buscar el servicio que requerimos en un radio de acción que podamos controlar. 


Para saber más 

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue proclamada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en París, el 10 de diciembre de 1948, como un ideal común para todos los pueblos y naciones. La Declaración establece, por primera vez, los derechos humanos fundamentales que deben protegerse en el mundo entero. 


2. Proveedores locales

Muy ligado al punto anterior. Y es que la mejor manera de saber cómo se trata a las personas que trabajan para nuestro proyecto, es tener a estas personas lo más cerca posible. De esta manera, si necesitas contratar a proveedores, procura siempre que estos sean de proximidad. Además, con ello fomentarás la economía local y, obviamente, reducirás enormemente el impacto ambiental negativo de tu producto. Cristina García, de Étiques remarcaba mucho esta cuestión en el artículo que nos compartió sobre cómo organizar un evento sostenible

3. Lenguaje inclusivo 

Tengo que confesar que durante mucho tiempo he sido de las que ha pensado que esto del lenguaje inclusivo era una tontería (¡yo nunca me sentí discriminada de pequeña porque dijeran solo «niños al patio»!), pero gracias a una formación que asistí sobre este tema promovida por el Instituto de la Mujer, me di cuenta de quan importante es realmente el lenguaje, ya que construímos el mundo a partir de éste. Y lo que obviamos, aunque no nos lo parezca, no existe.

Si esa formación ya fue importante para mí, ver hablar a mi hijo desde la inclusividad, me ha hecho entender clarísimamente la magnitud del tema. Y ahora me sonrojo cuando le digo algo solo en masculino y es él que me replica. «¿Y las niñas no pueden hacerlo?». Pues sí, las niñas también pueden hacerlo, naturalmente. De esta manera, si queréis poder decir con la cabeza bien alta que vuestra marca es socialmente responsable, intenad utilizar palabras neutras que engloben a ambos sexos y, si no es posible, desdoblar el lenguaje. Solo así, enos aseguraremos que no nos dejamos a nadie por el camino.

4. Imagenes diversas

Seguramente ya lo tienes muy en cuenta, pero no está de más recordar que no todas las mujeres somos rubias, altas y delgadas ni todos los hombres marcan tableta de chocolate. Cuando busques modelos para tus shootings (o imágenes en Canva para tu feed de Instagram), piensa en toda la tipología de personas que habitan el mundo. Si no lo haces por principios, hazlo por marketing. Y es que nunca sabes qué aspecto físico puede tener tu cliente potencial. De esto me hizo darme cuenta la activista y comunicadora Desiree Bela Lobedde en una magnífica masterclass sobre el tema que impartió para la comunidad de madres y mujeres emprendedoras Mompreneur

5. No fomentar los estereotipos

Y aunque, sobre todo tras leer el punto anterior, te parezca que ya tienes muy superado lo de los estereotipos en las imágenes que acompañan tus mensajes, quizás debes darle una vuelta al tema. Y es que es cierto que cada vez se ven personas más distintas en los catálogos, anuncios y redes sociales, ¿pero qué papel juegan estas personas en estos espacios? Muchas veces, sin darnos cuenta, las colocamos porque “tienen que estar”, pero las relegamos a rellenar ese hueco necesario incidiendo en el estereotipo al que representan. Mari Carmen Estevan lo explicaba muy bien en uno de los directos que hicimos en Instagram, cuando contaba que a menudo, cuando, por ejemplo, se introduce una lesbiana en una serie, ésta acostumbra a interpretar un papel super estereotipado como tal. “Es muy difícil ver un personaje homsexual en una serie siendo homosexual, y ya está. Normalmente está ahí para representar su papel como tal”. 

6. Accesible para todas las personas

Y más allá de procurar que las imágenes e historias que asociamos a nuestro producto o servicio sean lo más inclusivas posible, ¿qué tal darle una vuelta más y hacer que éste esté pensado para el máximo de personas posible? Un ejemplo que también compartió Mari Carmen Estevan y que me hizo pensar mucho es el de tener en cuenta a las personas extranjeras cuando realizamos un diseño gráfico. ¿Por qué no en el caso de comunicaciones tan importantes como las relacionadas con temas médicos o legales no intentamos que las imágenes suplan al máximo las palabras y, por lo tanto, la información pueda ser comprendida aunque se desconozca el idiomas? 

Un ejemplo de diseño de moda inclusiva que me tiene enamorada es la marca de ropa Free Form Style, que confecciona ropa para todos los públicos, incluidas las personas con la movilidad limitada, con el objetivo de que puedan ser el máximo de autosuficientes con ella. Otra iniciativa que va en la misma línea es el proyecto Rolling Standars de la joven diseñadora Emma Lafoz.

7. Asequible

Y hablando de accesibilidad, también cuando planteemos un diseño, intentemos tener en cuenta que el máximo número de personas puedan adquirirlo; es decir, hagámoslo asequible. En este sentido, en el universo de la moda sostenible tenemos mucho que aprender, ya que muchas veces producimos diseños muy responsables con el planeta pero a unos precios que, teniendo en cuenta el sueldo medio de una persona, son prácticamente inaccesibles. Sabemos que la moda rápida ha hecho mucho daño a la hora de poner precio a la ropa, pero eso no es excusa para que nuestros productos tengan precios desorbitados. Tenemos que educar en el consumo responsable, pero también tenemos que intentar crear productos a los que todas las personas puedan acceder. Si no, corremos el riesgo de convertir la sostenibilidad en un lujo, y eso no nos lo podemos permitir. 

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8. Educar y  sensibilizar

Y como ya hemos avanzado en el punto anterior, un producto o servicio será sostenible si a través de él es posible educar a las personas para que integren de manera natural y positiva valores relacionados con la sostenibilidad social y ambiental. Por ejemplo, y como nos hacía recordar Mari Carmen Estevan, en 2014 la marca de juguetes Toy Planets marcó un antes y después en los roles de género entre niños y niñas creando el primer catálogo de juguetres no sexista. Tras ellos, han venido muchos más. Y ahora ya son muchas menos las personas a las que les extraña ver a un niño jugando con muñecas o a una niña con una caja de herramientas. 


Para saber más

¿Sabías que la marca de juguetes Toy Planet fue la primera, ya en 2015, de hacer un catálogo de juguetes en el que no se diferenciaban las propuestas para niños que para niñas? Afortunadamente, el director general de la compañía, Ignacio Gaspar, decidió hacer caso omiso a quienes le decían que eso era un error monumental de marketing, y tiró hacia delante la propuesta. La aceptación fue increíble y hoy son muchas (que no todas) las marcas de juguetes infantiles que han seguido sus pasos.

+ info. 


9. Diseño social

Naturalmente, el diseño sostenible socialmente pasa por utilizar esta disciplina para resolver necesidade sociales. Una clara muestra de ella es la gran variedad de proyectos que surgieron a raíz de la aparición del covid-19 en nuestras vidas. En el caso del diseño de moda, muchas marcas se reinventaron aportando soluciones higiénicas como mascarillas. Más sofisticados son los muchísimos proyectos de diseño industrial orientados a resolver necesidades sociales emergentes. Podría destacar muchos, pero un ejemplo muy claro (y mediático) es la tienda de campaña inteligente para refugiados que recoge el agua de lluvia y almacena energía solar. El proyecto se llama Weaving y es obra de la arquitecta Abeer Seikaly. 

10. No fomentar el greenwashing

Finalmente, pero no menos importante si queremos que nuestro producto sea realmente sostenible socialmente, debemos evitar, de todas todas, fomentar el greenwashing. Como os contaba en un artículo, en muchas ocasiones el greenwashing es intencionado, pero en muchísimas otras, es simplemente resultado del desconocimiento o del afán de querer destacar demasiado aquello que hemos hecho bien, pero sin mencionar o ocultando directamente aquello que no hemos podido subsanar. 

Sin ir más lejos, el otro día me regalaron una prenda de ropa que supuestamente era muy so good so cute. Desafortunadamente, tras muchas etiquetas enormes con mensajes en las que ponía “pet recycled fabric” y “double eco” y “designed in Spain”, me encontré una etiqueta muy  pequeñita en el interior de la prenda en la que se leía “fabricado en PRC”. Para quien no sepa qué significa, estas siglas quieren decir que ha sido fabricado en la “República Popular de la China”. Una manera algo ingenua y ruin de esconder el país de origen del producto. Y ojo, que que algo haya sido fabricado en la China no significa que sea malo ni socialmente irresponsable. Pero si me lo escondes de esta manera y debajo de etiquetas tan green, lo único que consigues es crear desconfianza entre las que entendemos del tema; y confusión entre las que no tanto. Y eso es greenwashing. 

¿Todavía crees que tu proyecto se puede etiquetar como sostenible? La buena noticia es que si sigues nuestro decálago, muy pronto sí podrás.

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