Creadora y editora de So Good So Cute Magazine y…
¿Hay alguna manera fiable de saber que una prenda de ropa ha sido confeccionada de una manera sostenible? Quizás lo más lógico es mirar si cuenta con alguna certificación o sello que acredite este respeto por el planeta y las personas. Y es que como ya aseguraba Nielsen en 2014, y ahora lo reafirma Clickoala en el estudio El consumo sostenible en España 2022: “Los y las consumidoras confiamos en los sellos que certifican que un producto respeta el medio ambiente o trata mejor a las personas trabajadoras”.
Aún así, y como se evidencia el mismo informe: “Entre 2020 y 2021 se ha reducido en 5 puntos el número de españoles que veían en los sellos un factor muy importante para decidir sus compras”.
El caos de las certificaciones y sellos de sostenibilidad
La pérdida de credibilidad de los sellos y certificaciones ambientales y sociales se debe principalmente al caos que se ha creado alrededor de ellas.
〉Caos numérico, ya que según Ecolabel Index, el mayor directorio global de etiquetas ecológicas, actualmente existen alrededor de 455 ecoetiquetas de 25 sectores. Solo en moda más de 100.
〉Caos de alcance, ya que muchas de estas certificaciones solo hacen referencia a una parte muy pequeña del producto (el origen de la materia prima, la capacidad de reciclaje, la mano de obra, etc), de manera que muchas veces dicen casi nada de la sostenibilidad real de la prenda.
〉Caos de veracidad, ya que muchas de ellas son autodeclaraciones, lo que quiere decir que es la propia empresa (y solo la propia empresa) la que se encarga de verificar que es verdad que cumple lo que dice la etiqueta.
〉Caos (o abuso) en el coste. Y es que dejando de lado las autodeclaraciones, todas estas etiquetas están sujetas al pago de unas tasas que cobra la entidad gestora de la misma y que muchas veces son bastante elevadas. Ello provoca que muchas marcas no puedan ni siquiera plantearse optar a obtener dicha certificación o que tengan que priorizar cuál prefieren.
〉Caos informativo respecto a estas certificaciones, que se traduce en que la inmensa mayoría de los consumidores y consumidoras no tengamos ni idea de qué significan realmente la mayoría de estas pegatinas cuando las vemos en una prenda.
Si metemos en un cóctel todos estos elementos, y le añadimos un poquito de greenwashing (o desconocimiento de la persona que lleva la comunicación de la marca), es muy probable que nos acabemos llevando a casa una prenda que creemos que es lo más de la sostenibilidad cuando en realidad quizás lo único que tiene de sostenible es el papel que se ha utilizado para realizar la etiqueta. O ni eso.
Greenwashing
Llamamos greenwashing a la técnica realizada de manera voluntaria o involuntaria por marcas y empresas a través de la cual muestran como socialmente responsables y buenos para el planeta productos y servicios que realmente no lo son. En 2021 la Unión Europea publicaba un informe en el que concluía que más de la mitad de empresas europeas practican el greenwashing. Te lo contábamos aquí.
Respecto a la opacidad y discutible eficiencia de estas certificaciones, es especialmente interesante la lectura de Licence to greenwash, el informe que publicó el pasado mes de marzo la fundación Changing Markets. En él diseccionan diez de las iniciativas más reconocidas en la industria de la moda relacionadas con la circularidad de las prendas y el desempeño ambiental.
Las conclusiones son poco menos que desalentadoras, ya que se reclama la supresión de la mayoría de esos sellos por parcialidad, falta de transparencia y de trazabilidad, tergiversación de la realidad y moverse por intereses. Casi nada. Entre ellos se encuentran propuestas tan queridas por el sector com la Ellen MacArthur Foundation, Cradle to Cradle o el Higg Index.
Si te da pereza leer el informe (aunque te aseguro que merece mucho la pena), te recomiendo que le eches un vistazo al microsite Greenwash.com, desarrollado por la misma ONG y en el que de una manera más dinámica e interactiva nos muestra ejemplos muy interesantes de cómo las grandes de la moda están utilizando estos sellos y certificaciones para incentivar nuestro consumo.
Y si lo que quieres es profundizar en el mundo de las certificaciones ambientales y su opacidad, puedes leer el informe de 2018, también de Changing Markets La falsa promesa de las certificaciones, en el que ahonda en este tema más allá del sector de la moda.
¿Por qué existen tantos certificados y sellos de sostenibilidad?
Los primeros sellos de sostenibilidad empiezan a verse hacia los años veinte del siglo pasado, pero es en los años noventa y los dos mil cuando empiezan a proliferar. En ese momento la sociedad empieza a demandar información sobre el respeto de derechos ambientales y sociales y ciertamente empiezan a surgir regulaciones estatales. Pero como la producción industrial no entiende de fronteras y los países utilizan estándares diferentes, son los propios lobbies sectoriales y algunas ONGs, que empiezan a crear estándares propios.
Actualmente, el etiquetado ambiental está regulado, principalmente, por la normativa internacionales ISO 14020 que define a este tipo de etiquetado como “un conjunto de herramientas voluntarias que intentan estimular la demanda de productos y servicios con menores cargas ambientales ofreciendo información relevante sobre su ciclo de vida para satisfacer la demanda de información ambiental por parte de los compradores”. Aquí te comparto una tabla que resume bastante bien la organización de estas etiquetas. Como puedes ver, todas son voluntarias y están certificadas por un tercero (que gana más cuantas más empresas certificadas hay) o son sellos que se da la propia empresa.
Entonces, ¿qué podemos hacer para acertar mejor a la hora de comprar ropa de manera sostenible?
El pasado mes de marzo la UE publicó una un paquete de propuestas vinculadas a la economía circular, dentro de su estrategia Green Deal (Pacto Verde Europeo), con el objetivo de “hacer de los productos sostenibles la norma en la UE, fomentar los modelos de negocio circulares y capacitar a los consumidores de cara a la transición ecológica”.
Estas medidas cuentan con un pliego específico dirigido a la industria del textil que, entre otros temas, hace referencia a un pasaporte digital que deberán llevar todas las prendas y en el que estará recogida (y esperamos ordenada de manera clara y comprensible) toda la información referente a la sostenibilidad social y ambiental de la prenda y a su circularidad (la capacidad de que ésta pueda ser reabsorbida por el sistema una vez llegue a su fin de vida y así minimizar el uso de nuevos recursos). El documento también recoge la necesidad de que las marcas de moda acaben con la obsolescencia programada de sus prendas, eviten la producción desmesurada y el fomento del fast fashion, y produzcan con la voluntad de que estas duren y sean reparables.
De esta manera, espero que cuando esta regulación sea efectiva, la ropa sostenible sea, efectivamente, la norma. Mientras esto ocurre, y a riesgo de simplificar mucho, me aventuro a hacerte las siguientes recomendaciones:
¿En qué debo fijarme cuándo voy a comprar ropa?
〉Que los materiales con los que esté hecha la prenda sean adecuados y lógicos para su uso (una camiseta, mejor de algodón, pero un traje de baño quizás mejor de nailon).
〉Que si el uso lo permite, que no mezcle materiales, para facilitar el reciclado.
〉Que los diseños sean atemporales y la prenda de calidad, para que la puedas usars muchas veces, que al final es lo más sostenible.
〉Que el lugar de confección y el precio te ofrezca garantías que todo el mundo ha cobrado un precio justo por su trabajo.
〉Y, sobre todo, que realmente la necesites.
Si un vestidor de este estilo te parece aburrido, limitado y caro para tu bolsillo, te animo a que lo combines con ropa de segunda mano, el alquiler de prendas y, sobre todo, mucha imaginación. Y es que al final, vestir a la moda está sobrevalorado. Lo interesante y diferenciador es vestir con estilo. Y para ello, como casi con todo, el menos es más.
Creadora y editora de So Good So Cute Magazine y co-fundadora del Club So Good. Edirora de la sección Tendencias sostenible en La Primera Pedra de RAC 1. Periodista especializada en moda, sostenibilidad y responsabilidad social. Co-fundadora de la Asociación de Moda Sostenible de Barcelona. Primera bloguer de moda sostenible en lengua española. Desconecta pedaleando.
Gracias Sonia por este interesante artículo. ¿Para cuándo una verdadera regulación sobre la faceta social de la sostenibilidad?